Entrarás en el Paraiso, perro.

jueves, mayo 31, 2018


Sábado por la noche. Había salido aquella cálida noche veraniega de fiesta con mis amigos y nos encontrábamos ya con la mente bastante enturbiada por los efectos del alcohol. Estabamos hablando tranquilamente de nuestras cosas cuando, de repente, Ella aparecio en mi campo visual. Sí, Ella. Si con mayúscula. Más tarde explicare porque lo escribo así. En cuanto la vimos, a todos nos cambio la cara. Fue como ver un fantasma o  un unicornio. Algo extradionario. Llevaba un corto vestido negro y unos altos tacones de color rojo. Pelo suelto y mirada decida. Sonrisa pícara y cuerpo de infarto. Aquello me dejo embobado. Aún no lo sabía, pero aquella chica cambiaría mi vida para siempre. Se acercó con sigilo, con movimientos felinos, pasando la mirada por cada uno de nosotros. Seguia acercandose. Estaba ya muy cerca. Mantuve la mirada fija en un punto, tratando de evitar la suya. Contuve la respiración y... pasó de largo, pero juraría que me pellizcó el brazo. Mire hacia donde habia ido y Ella me estaba mirando con la cabeza volteada y sonriendo con malicia. Mis amigos se rieron y yo me puse rojo. No le dimos mayor importancia y seguimos con nuestra noche. 

Era tarde y la mayoria de mis amigos se habian ido ya. Estaba apoyado en una pared mirando el movil cuando me di cuenta de que tenia a alguien delante. Levante levemente la vista y vi un escote. Iba a levantar más la vista pero me quede así

-No te he dado permiso para mirarme a las tetas – dijo Ella con tranquilidad-

Levanté la cabeza avergonzado

-Perdona... es que... nunca había visto una chica tan... - dije nervioso-
-Tranquilo – Dijo Ella poniendo la yema de su dedo índice en mis labios- Sé que eres tímido. Se te nota. Y eso me encanta 

Me sonreia con malicia. Veia chispas en sus ojos. Yo no sabia que decir

Buf, perdona pero es mejor que me vaya a casa. Vivo lejos y tardaré bastante en llegar
- Bueno yo vivo cerquita de aquí. Si quieres puedes dormir en mi casa. No me malinterpretes. Solo dormir. Te veo bastante borracho

Ella tenía razón pero a pesar de eso estaba nervioso. Me temblaban las manos. Yo era virgen y aunque habia dicho que solo dormir no sabia lo que podia deparar la noche. 

- No sé, no sé – dije riéndome-

Estuvimos hablando durante un rato pero eso es lo último que recuerdo con claridad. Del resto de la noche solo recuerdo cosas sueltas

Abrí los ojos y me desperté en una habitación que no era la mía. Ah, es verdad. Había ligado. ¿Cómo se llamaba?. Espera. Me dijo que la llamara no se que Lady pero no me acuerdo. Joder. Joder, joder. Le dije que era sumiso y lamí la suela de sus tacones. Eso explica ese sabor extraño que  siento en la boca. Que humillante. 
Es cierto que me sentia humillado pero tambien recuerdo habérmelo pasado muy bien. Me levanté de la cama y note que tenía una especie de dispositivo en mi polla. Un cinturón de castidad. No me extrañó llevarlo. Ya lo había llevado antes y seguramente al saber que era dominante, yo le había pedido que me lo pusiera. Al fin y al cabo era una de mis fantasías. Abrí la puerta de la habitación y salí a un largo pasillo. 

Hombre, perrito -dijo Ella desde el otro lado del pasillo – por fin te has levantado

Solo llevaba unas bragas y un sujetador. Se acercó a mí

- Tu no puedes estar de pie. Eres un perro, ¿recuerdas?.  Al suelo, vamos

Obedeci su orden automaticamente. 
¿Te gusto lo de anoche? - me preguntó-
Sí, aunque la verdad es que fue algo humillante

Al oirme decir eso, se rió. Era una risa maravillosa. Me gustaba. No solo su risa. Me gustaba aquella chica. ¿Estaba enamorado o solo me gustaba como Ama?

Mira, voy a ser directa – dijo mirandome con seriedad- Si quieres irte eres libre de hacerlo. Te quitaré el cinturon de castidad y podrás hacerlo. Quédate y entrarás en el paraíso, perro. Creeme.

Hizo una pausa antes de proseguir.

Ya te conocia de antes, ¿sabes?. No es casualidad que una Diosa como yo se haya fijado en ti. Mi mejor amiga es amiga de tu exnovia y le conto lo sumiso que eras. Te reconocí nada más entrar. Y sabía que tenías que ser mio. Ahora, depende de ti –dijo sonriendo con malicia-

-guau guau – le ladré con entusiasmo-

Acto seguido me acerqué a sus pies y comencé a lamerlos lentamente.

- Me tomaré eso como sí – dijo con satisfacción-


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