Sesión con mis amigas

jueves, abril 06, 2017
El otro día invité a mis amigas a una sorpresa. Estábamos en mi casa tomando unas cervezas y, cuando ya estaban un poco desinhibidas, les dije que íbamos a humillar a uno de mis esclavos. Hace tiempo que saben que tengo perras, pero hasta este día no supieron lo que significaba…


Contacté con un sumiso que estaba disponible. “Vamos, tributa, no me hagas esperar”. A los pocos minutos llegó un ingreso a mi cuenta. “¿Así de fácil?”, dijo una de mis amigas sonrientes.

Conecté la cámara. Ahí estaba el pobre desgraciado. Desnudo, de rodillas y con su patético pene empalmado. Temblaba. Una cosa es fantasear con estar a los pies de un grupo de Diosas, y otra muy diferente es afrontarlo. Mi perro alucinaba ante la belleza de mis amigas, pero al mismo tiempo temía lo que podía suceder.

“Date bofetadas en la cara y en los huevos”, ordené. Y mi esclavo no me dejó en mal lugar y cumplió al instante. “Mis amigas, parece que están un poco tímidas; suplícalas que te humillen”. Mi zorrita balbuceó un ruego absolutamente patético que despertó las carcajadas de mis amigas. Por fin, una se animó: “ladra”; mi perra obedeció y mi amiga sonrió satisfecha.

Entre risas sometimos a mi esclavo a todo tipo de vejaciones. Aunque lo peor, o más bien lo mejor, eran nuestros comentarios y risas. Seguro que mi perra nunca se había sentido tan degradada.

Tras unas cuantas humillaciones, por fin le permití correrse. “Ya sabes lo que tienes que hacer”. Entonces mi putita comenzó a lamer hasta la última gota de semen. Una de mis amigas que más se estaba divirtiendo dijo: “joder, que triste, se come hasta su lefa… nunca imaginé que existían tíos tan perdedores… ¡está muy bien!”. “Todos mis sumisos tienen que hacerlo siempre. Tributar y comer lefa, es para lo que sirven”.

Mis amigas volvieron a reírse de mi perra. La pobre zorrita estaba hundida. Ya, sin la excitación nublando su mente, tenía que soportar las risas y los comentarios mientras lamía su semen. Cuando terminó, totalmente humillado y consciente de su posición, nos agradeció la sesión y nos suplicó que le vaciáramos la cartera cuando nos apeteciese. Buena perra.

Si te atreves, tú también podrías estar a los pies de mis amigas… ¿lo soportarás?

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